La idea del proyecto busca evitar grandes edificios con un gran espacio central, tan habituales en la zona, por lo que establecemos un sistema de pequeños bloques a los que llamamos “villas” que se reparten en el espacio de la parcela.
Esta dispersión de la arquitectura en elementos más pequeños nos permite establecer una relación potente entre la arquitectura y el espacio natural. Es por lo tanto un gran jardín donde se disponen pequeñas edificaciones creando un espacio idílico hecho a la medida de la relación entre humano y paisaje.
Las texturas de los materiales empleados, los colores armónicos utilizados en las edificaciones y las notas de color y olor implantados en el paisajismo, aportan la capacidad del proyecto de transgredir los aspectos estéticos y formales para incorporar aspectos sensoriales.
SOSTENIBILIDAD
El proyecto va más allá del consumo casi nulo, apostando por un impacto casi nulo. Para ello, integra estrategias que abarcan eficiencia energética, materiales sostenibles, renaturalización y gestión hídrica.
Desde la demanda energética, combina sostenibilidad pasiva y activa. A nivel pasivo, optimiza la orientación para mejorar la ventilación cruzada y reduce pérdidas térmicas con una envolvente aislante. A nivel activo, incorpora aerotermia, placas fotovoltaicas y detectores de presencia.
En cuanto a materiales, prioriza opciones de proximidad, de reutilización de recursos y de baja huella de carbono.
La renaturalización se traduce en un bosque costero con especies autóctonas. La selección arbórea nos permite absorber 28 TnCO2/año, lo que supone más de lo que produce el conjunto de los Enebros debido a su demanda energética al año.
La gestión del agua se centra en la protección de acuíferos, optimización del consumo con grifos eficientes y vegetación de bajo riego, y captación de aguas pluviales para su reutilización.