Los Enebros

El análisis de los complejos residenciales existentes o en desarrollo en la zona pone de relieve la heterogeneidad tipológica del entorno. El planeamiento urbanístico exige que las edificaciones no superen una longitud lineal de 75 metros. Esta condición ha sido explotada al máximo en la mayoría de desarrollos recientes, generando conjuntos extensos articulados por grandes bloques.

En contraposición, nuestro objetivo en este concurso es ofrecer un producto residencial nuevo y claramente diferenciado, donde la escala marque la diferencia. Sabemos que los desarrollos actuales tienden a organizarse en grandes bloques que, aunque eficientes, generan barreras visuales y fragmentan la relación entre arquitectura y paisaje. La alternativa que proponemos apuesta por una mayor integración entre naturaleza y arquitectura, descomponiendo la masa edificada en unidades más pequeñas y dispersas.

Nuestra estrategia redefine la unidad mínima edificatoria bajo un sistema de “villas” inmersas en un bosque costero. En esta disposición, no hay un espacio central dominante, sino una red de volúmenes que dialogan entre sí y con su entorno, generando una nueva forma de habitar. El resultado es un conjunto residencial en el que lo edificado y lo natural se entrelazan, y donde la fluidez espacial sustituye a la rigidez compositiva.

Tomamos como referencia la definición clásica de villa: una casa con jardín en el campo, aislada de otras y utilizada para el descanso. A partir de esta idea, hemos desarrollado una propuesta basada en una matriz de parcelas que permite formalizar villas agrupadas de manera racional y sostenible. Cada villa contiene 9 viviendas, organizadas en tres plantas, con una superficie construida de 22,9 m x unidad.

El concepto “Villas” permite crear un producto residencial singular, de baja densidad, alineado con las nuevas formas de vida que combinan ecología, bienestar y privacidad. Un entorno en el que arquitectura y naturaleza no solo conviven, sino que se potencian mutuamente.