El nuevo Estadio Municipal Antonio Lorenzo Cuevas en Marbella se concibe como un gran equipamiento urbano que trasciende la función deportiva para convertirse en un espacio de encuentro, socialización y referencia para la ciudad. El proyecto parte de dos condicionantes clave: la topografía con fuerte desnivel norte-sur y la proximidad visual al mar Mediterráneo, factores que definen la implantación y la organización del conjunto.
El estadio se configura a través de un sistema de plataformas superpuestas que aprovechan el terreno para articular los distintos usos: en la cota más alta, el acceso principal y las gradas del campo de fútbol; en niveles intermedios, el aparcamiento; y en la cota inferior, una pista de atletismo cubierta de dimensiones reglamentarias. Esta estrategia permite integrar el programa en el lugar, optimizar circulaciones y generar una volumetría horizontal que se abre a la ciudad y al paisaje.
La propuesta busca una arquitectura atemporal, serena y sin edad, entendida como un objeto urbano que evoca permanencia frente al carácter efímero de los usos deportivos y culturales. El estadio se formaliza a partir de una piel continua y envolvente, concebida como un filtro que regula la relación interior–exterior, controla el soleamiento y aporta identidad al conjunto. Esta piel está resuelta mediante subestructura de madera y membranas tensadas de PTFE, inspiradas en las velas de los barcos y vinculadas a la memoria marítima de Marbella.
El edificio no se impone como un volumen masivo, sino que se esculpe en bandas horizontales curvadas, que se pliegan para permitir ventilación natural y se abren estratégicamente para enmarcar vistas hacia el mar y la ciudad. El concepto de “plazas, calles y miradores” define los espacios de relación, convirtiendo los accesos, circulaciones y estancias en lugares de encuentro que trascienden lo funcional.
La racionalidad y la modulación estructural son principios rectores del diseño. Pórticos de hormigón armado, forjados prefabricados y gradas modulares garantizan un sistema constructivo eficiente, flexible y económico. La cubierta, ligera y continua, protege al 90% de los espectadores y se integra con la fachada en un gesto unitario que refuerza la condición abstracta y atemporal del estadio.
Este enfoque combina tecnología y tradición: un edificio de grandes luces estructurales y soluciones contemporáneas que, sin embargo, dialoga con la cultura local y la identidad marítima de Marbella. El resultado es un estadio concebido como un objeto bello y rotundo, capaz de sintetizar su posición en la ciudad y transformarse en un hito arquitectónico y social.
Funcionalidad y sostenibilidad
El estadio tendrá capacidad para 8.500 espectadores, distribuidos entre gradas y palcos. El terreno de juego responde a las dimensiones reglamentarias (105 x 68 m), acompañado de espacios complementarios para clubes, deportistas y medios de comunicación. El programa se completa con zonas VIP, salas de prensa, vestuarios, áreas médicas y un conjunto de servicios auxiliares que hacen del estadio un complejo multifuncional.
La propuesta apuesta por la sostenibilidad y la eficiencia energética, planteando un edificio de consumo casi nulo. Estrategias pasivas como la ventilación cruzada, el control solar, la captación de luz natural y la reutilización de aguas pluviales se complementan con la instalación de cubiertas fotovoltaicas y sistemas de geotermia y aerotermia. El uso de materiales reciclables y de bajo impacto ambiental refuerza el compromiso con la economía circular y la reducción de la huella de carbono.
Más allá de su carácter deportivo, el estadio se proyecta como una pieza urbana integrada, con plazas, miradores y espacios libres que conectan con la ciudad y fomentan la vida pública. El objetivo es que no sea únicamente un lugar para el fútbol o el atletismo, sino un polo de actividad cultural y social, abierto y accesible para los ciudadanos.
Con un presupuesto de ejecución de 18 millones de euros, el proyecto logra un equilibrio entre prestaciones técnicas, calidad arquitectónica y viabilidad económica, asegurando un mantenimiento reducido y una larga durabilidad. El resultado es un edificio singular, atemporal y profundamente vinculado a Marbella, capaz de reforzar la identidad de la ciudad a través de la arquitectura.